Palabras, Barullos, Sueños, Cuentos e Historias de Vida, Viajes y Otras Verdades

Apr 29, 2011

Pequeño homenaje a grande mujeres indígenas



Hace algunos meses, desde el equipo de comunicaciones de la Fuerza de Mujeres Wayuu, organización de la cual hago parte, considerábamos la necesidad de hacer algo frente a la poca información que se genera, no solo sobre la problemática que enfrentamos como mujeres indígenas, sino también, de nuestras historias como sujetas constructoras de alternativas diversas para consolidar nuestras luchas, además de nuestros sueños.  Hace a penas unos meses, después de una asamblea general de la Fuerza, decidimos comenzar una tarea significativa que procurara, hacer visibles las historias y reivindicaciones de miles de mujeres indígenas que permanecen en el anonimato tanto para sus propias comunidades, como para el mundo. 

Empezamos entonces, a construir estrategias de visibilización de estas mujeres indígenas, fuertes, valiosas y comprometidas con el movimeinto indígena, no solo por sus luchas, que van desde lo más local, comunitario, familiar e íntimo, hasta lo más global,  lo que las hace unas mujeres especiales con diferentes formas de ver el mundo.  Así que, tratando de hacer uso de las tecnologías que tenemos disponibles para ponerlas a nuestro servicio (las cuales hemos venido utilizando desde el año 2004), decidimos  publicar un álbum en nuestro perfil de Facebook llamado “Epaya’a del Mundo, Mujeres Indígenas Hijas de la Madre Tierra”, el cual pueden visitar haciendo click sobre enlace.  También hacemos uso de las cuentas de twitter y blaving para promover nuestras iniciativas, pero sobre todo para ampliar nuestras alianzas.

Aquí, publicamos, entre otra información también relevante, las historias de esas Epaya’a, es decir mujeres indígenas que, sin importar las adversidades propias que enfrentamos las mujeres en el día a día, sumadas a las que son características de las mujeres indígenas, pobres y marginadas, estamos dispuestas a dar la vida por nuestros hijos, nuestras hijas,  nuestro pueblo o nuestra tierra, a pesar de que incluso, en muchas ocasiones, desde algunas culturas, nuestros hombres, nos vean como mujeres reivindicando derechos que no nos corresponden.  Pero a pesar de todo,  publicamos estas modestas historias para que además, ustedes, hombres y mujeres, sin importar su procedencia, su color o religión,  conozcan, éstas realidades que muchas veces son simplemente inexistentes.  

Es por eso que hoy, quiero contarles la pequeña historia de una gran mujer Wayuu, que está cambiando los paradigmas de la medicina convencional para ponerlos al servicio de la medicina tradicional del pueblo Wayuu.  Espero que les guste y que puedan enviarnos sus comentarios, aportes y sugerencias. 

"Epaya'a soy yo, mujer Wayuu de barro / Epaya'a somos todas las mujeres / mujer Wayuu, Mujer de Temple, Mujer de sal, Mujer de viento, mujer de arena, mujer de la jungla de cemento"

Les dejo entonces con:

Iliana Curiel Arismendy Pediatra Wayuu trabajando por las niñas y los niños de su pueblo.



Iliana Curiel Arismendy Pediatra Wayuu trabajando por los niños y las niñas de su pueblo








Por:  Karmen Ramírez Boscán
Wayuu del clan Epinayu

 “Las carencias nutricionales de la etnia y sus creencias, sumadas al medio ambiente hostil, a la falta de agua potable, acueducto, alcantarillado y luz eléctrica, predisponen a los Wayuu a muchas enfermedades. En estudios realizados en 2007 y 2008 por la Fundación Promigas en convenio con la Universidad del Norte y su programa de Especialización en Pediatría, en esta comunidad se encontraron como principales causas de enfermedad: parasitosis, infecciones respiratorias agudas, enfermedad diarreica aguda y enfermedades de la piel.”[1]


Pediatra Wayuu Iliana Curiel Arizmendy 
Iliana Curiel Arismendy, es una mujer Wayuu del clan Sapuana, hija de Jaboco Curiel Scott y Aída Arizmendi de Curiel, quien vivió parte de su infancia en Uribia, la capital indígena de Colombia.   Desde pequeña, sus familiares, especialmente  sus tías María Francineth Curiel Scrott y María Idalides Plata de Brugés, le inculcaron el respeto y el amor por su cultura, así como el compromiso por conservar sus costumbres y tradiciones.  Su padre, quien se desempeñó en varias oportunidades como administrador de servicios hospitalarios, llegó a ser Secretario de Salud del Municipio de Riohacha, mientras ciertas mujeres de su familia, se desempeñaban en el campo educativo como profesoras de algunas escuelas y colegios en La Guajira.

Siempre fue muy aplicada,  lo cual la llevó a destacarse como estudiante en el Colegio La Divina Pastora de Riohacha, en donde realizó sus estudios secundarios.   Quiso firmemente aprovechar al máximo su disciplina, cualidad que consideraba era un don que ella tenía, para sacarle la mayor ventaja a sus estudios, absolutamente convencida de que debía aportar algo a los pueblos indígenas, pero sobre todo al  suyo, al pueblo Wayuu, el cual es el más numeroso en términos de población tanto en Colombia como en Venezuela, pero que además, presenta una gran disparidad en materia de garantías del derecho a la salud, especialmente de las niñas y los niños.

Durante todo su bachillerato, se preparó para lo que sería su vida futura, así que poco a poco se fue involucrando más con el trabajo de salud que hacía su padre, lo que la llevó a sensibilizarse con la situación de desventaja de la población Wayuu más vulnerable, la cual presentaba enfermedades tan fáciles de manejar como son la desnutrición o el tratamiento de una diarrea.  Una vez terminados sus estudios de secundaria, empacó maletas para dirigirse a la Universidad del Norte de Barranquilla, donde terminaría con excelencia sus estudios de Medicina.

Pediatra Wayuu Iliana Curiel Arizmendy
Examinando niña Wayuu  
Al convertirse en médica, regreso a la ciudad de sus ancestros para retribuir a su pueblo con el conocimiento que había adquirido, lo que la llevó a liderar, los programas de promoción y prevención, con enfoque de responsabilidad étnica, haciéndolos extensivos para la atención a la población rural, en donde vivió sus mayores experiencias de vida en el campo de la salud etnocultural, afianzando así, el hecho de continuar con sus estudios para convertirse en  Pediatra.

Se traslada nuevamente a la UniNorte de Barranquilla, en dónde, una vez en la entrevista de admisión, Iliana,  presentó cifras contundentes y alarmantes, sobre la situación de salud de La Guajira y sobre todo, de las niñas y los niños Wayuu.  Manifestó su inconformidad por la forma en como se atienden casos urgentes y expuso su preocupación acerca de como se desestiman los asuntos de padecimientos que no corresponden a las enfermedades convencionales de los blancos, ya que son provocadas por la contaminación espiritual, lo que produce enfermedades del alma,  presentando sintomatologías que solo puede ser atendidas por autoridades médicas tradicionales.   Al final de su entrevista en la UniNorte,  expuso que su deseo de convertirse en pediatra abedecía a su convicción de trabajar entregando sus mejores esfuerzos y todo el conocimiento que pudiera obtener, para mejorar las condiciones de  vida de las niñas y los niños de su pueblo Wayuu.

Durante sus tres años de residencia, los cuales Iliana considera que:   “fueron muy duros por el ritmo de trabajo y de estudio”, en todo caso, ella decidió hacer al mismo tiempo una especialización relacionada con desarrollo social, aunque al final, se orientó por la oferta disponible que era salud pública, con el fin de proyectarse en su trabajo hacia la consolidación de estrategias que contribuyeran a mejorar la salud infantil, con un enfoque etnocultural. 

Con la pasión que la caracteriza, decidió vincularse al Grupo de Investigación de Pediatría de la Universidad del Norte, al segundo año de su residencia como médica, así que emprendió la riguroso tarea de  hacer dos carreras a la vez, por lo que fue postulada al Premio Residente de Pediatría Destacada de Colombia, en donde obtuvo el segundo lugar.   Como dice ella misma: “Allí empezó todo”, a pesar del compromiso demostrado desde sus primeros años de estudio.

Así que Iliana, idealizaba su gran capacidad para consolidar sus proyectos, tanto, como sus sueños.  Inició entonces con la tarea de concretar  la posibilidad de aplicar las estrategias llamadas AIEPI (Atención Integral de las Enfermedades de la Infancia) con un enfoque étnico y al mismo tiempo, también participó en otro concurso, esta vez a nivel global, “La Bienal Internacional de Pediatría”, en donde también obtuvo el premio por la investigación “Conocimientos, actitudes y prácticas acerca de enfermedades prevalentes de la infancia en madres Wayuu del Cabo de la Vela Guajira Colombia”, la cual actualmente se encuentra en su segunda etapa de desarrollo, correspondiente a la implementación de los asuntos investigados durante el diagnóstico. 

Con todos estos logros encima, la pediatra Wayuu, Iliana Curiel Arismendy no se detiene, ya que, actualmente es Profesora del Departamento de Medicina de la Universidad del Norte de Barranquilla además de ser miembra del Centro de Investigación en Neonatología y Pediatría (CINPE);  sumado a todo lo anterior, también, prepara su primera publicación, “Puericultura Wayuu – Crianza de la infancia Wayuu”, que comprenderá una interesante comparación de los métodos de salud Wayuu con los de la medicina occidental, trabajo que ha venido investigando, a partir de los encuentros que ha mantenido con médicas tradicionales conocidas en wayuunaiki, la lengua del pueblo Wayuu, como oütsu o piache.  De igual forma, ha entablado relaciones muy estrechas con mujeres Wayuu embarazadas que no asisten al momento de parto para ser atendidas en las EPS (Empresas Prestadoras de Servicios de Salud). 

Con testimonios obtenidos durante las diferentes etapas de diagnósticos de sus iniciativas e investigaciones,  ha conocido que muchas mujeres Wayuu han sido víctimas de maltrato institucional, antes de ser enviadas a hospitales de Maicao o de Riohacha, en el mejor de los casos.  Por realidades como esta, otra meta de Iliana Curiel Arizmendy, es que las mujeres Wayuu puedan parir sus hijos de forma tradicional para que puedan practicar el parto vertical, aplicando, como ya lo ha hecho en varios partos que ha atendido ella misma,  las tomas de rigor que se preparan con plantas especiales, para las mujeres Wayuu a punto de dar a luz, así como las danzas, los cantos y los movimientos adecuados, para que los niños y las niñas Wayuu nazcan en condiciones que no les perturben sus primeros años de infancia. 

“Será muy importante mejorar las condiciones de los partos atendidos por las outsü, o médicas tradicionales, o parteras, para poder alcanzar niveles como los que se han logrado en países como Bolivia y Perú”, dice la Pediatra, para quien además, es absolutamente fundamental y prioritario, hacer todos los esfuerzos para disminuir las desigualdades sociales de las niñas y los niños Wayuu, en aras de contribuir  al mejor desempeño de los infantes tanto en sus primeros años de vida, como en su adultez. 

Por otra parte, trabaja para promover la participación de jóvenes hombres y mujeres, en un programa de formación sobre medicina tradicional, con la aplicación de particulares condiciones de la medicina convencional que podrían potenciar el conocimiento ancestral, siendo éste, otro de los programas de investigación en el que trabaja en estos momentos en territorio Wayuu, ya que también está convencida de que la motivación de la juventud Wayuu puede transformar de manera positiva, el futuro de la salud de su pueblo. 

Y aunque su mayor preocupación son los niños y las niñas Wayuu, de igual forma se inquieta por la creciente contaminación provocada por la explotación de carbón, lo cual genera males incurables en la infancia; también se preocupa por el conflicto armado que persiste en el territorio, cuando menciona que:  “Si dejamos que los niños Wayuu sigan siendo vulnerables a la contaminación, a la guerra o a la falta de atención adecuada, nadie sabe cuántos Wayuu seremos en los próximos años.  Si mis abuelos lucharon para que fuéramos muchos hoy, garantizar el derecho a la salud no puede seguir siendo una utopía”. 


Pediatra Wayuu Iliana Curiel Arizmendy
Durante el programa de investigación en Jepirra
Cabo de La Vela 
Es importante anotar que en el pueblo Wayuu, el conocimiento de las prácticas de la medicina tradicional, es transmitido por línea materna, o matrilineal, lo que podría potenciarse como estrategia de género que permita mejorar las condiciones de vida no solo para beneficio de la infancia sino también para todo el pueblo Wayuu.  

Definitivamente, garantizar el derecho a la salud, debe contemplar un enfoque diferencial que respete la cosmovisión de los pueblos indígenas y que permita además la participación y el involucramiento de las mujeres indígenas a fin de responder a los impactos negativos que actualmente afectan a la población más vulnerable, en aras de mejorar las condiciones de vida de las futuras generaciones.  

Para lograr estos cambios, necesitamos más mujeres indígenas, como Iliana Curiel Arizmendy, quien después de haber alcanzado múltiples éxitos profesionales como pediatra, ha decidido trabajar para que las mujeres Wayuu, así como las niñas y los niños Wayuu, tengamos mejores condiciones de vida que nos permitan  mantenernos no solo en la memoria, sino también, en el tiempo.



[1] “Salud de los Wayuu en cuerpo y Alma”, Informativo UniNorte.  Diciembre de 2010



29 de abril de 2011
Berna, Suiza
12.05 m

Apr 26, 2011

Cambios positivos

Así como la tierra anuncia sus cambios, mi blog, se transforma también.


Así como cambia la vida, deben cambiar los colores.


Adiós al negro del fondo para volver al rojo de mis pasiones eternas.


Me despido también de los lamentos para gozar a plenitud mis compromisos con la vida y con los amores perpetuos.


Temporada de buenos vientos, cargados del poder de los espíritus de mi Lanía. 


Feliz, animada para seguir escribiendo y para continuar.


Qué más puedo compartirles, ah, sí, que la vida siempre da lo mejor a quien bien da.

Se acepan sugerencias.  

Apr 25, 2011

París, La Maga y otros regalos adelantados de cumpleaños.


Hace algunos años, decidí encontrar la manera para estudiar de nuevo, no solo mi carrera profesional, sino que también, quería ahondar en temas que me seducían, actividades, ambas, que no podía llevar a cabo, no solo por los avatares del tiempo y algunas carencias menores de dinero que, al final, alcanzaban tinte de penurias, sino también, porque sentía que ya no estaba en edad de merecerlo.

Decidí entonces, después de mucho pensarlo, comenzar a  estudiar en el 2009, Comunicación Social en la Fundación Universitaria Católica del Norte, al mismo tiempo que también inicié entonces, el Diplomado de Género: Defensa de los Derechos de la Mujer ante la Justicia Colombiana en la Universidad Javeriana.  Lo más maravilloso de todo, es que no tenía ni horario ni fecha en el calendario para asistir a clases, ya que los estudios no solo eran a distancia, sino que además, eran absolutamente “en línea”, o como se dice: “online”.    Me sentí entonces, inspirada para hacer mis mejores esfuerzos en aras de contribuir de mejor manera al contexto en el que trabajo, que valga la pena recordar, es de mujeres indígenas y mujeres Wayuu.

También debo decir que encontré, en medio de una pequeña tormenta, la motivación para retomar  la lectura de biografías de mujeres, y luego libros de literatura, escritos, por mujeres fascinantes.  Debo advertir que comencé a leer de nuevo sobre este tema, porque por allá a mediados de los años noventa, cuando regresé a la Capital, es decir a Bogotá, mi papá, me hizo un regalo maravilloso que consistía en tres libros fenomenales, los cuales leí, en menos de una semana, aunque imagino que otras lectoras más disciplinadas y consagradas, seguro podrían devorarlos en un mismo día.  Uno de los libros, era “Las Desobedientes” una hermosa y cuidadosa compilación que recoge cerca de, no sé, no lo recuerdo bien ya, pero eran más o menos quince historias de mujeres latinoamericanas, compiladas,  por Betty Osorio y María Mercedes Jaramillo.  Los otros dos libros, eran biografías:  La de Frida Kahlo, escrita por Rauda Jamis, un libro con una maravillosa portada roja que combinaba perfectamente con la boca de la pintora; y la de María Félix, libro del cual nunca supe nada más después de la zampada  de rigor.  Quizás, María Félix, se volvió a volar con ese jardinero, amigo de mi papá que contaba que, cuando la Félix estuvo en Colombia, él la persiguió, sin tregua, hasta que incluso, llegó a México, para finalmente servirle en su jardín.

Resulta que en mis ires y venires, recientemente, escogí de la biblioteca que heredé de mi papá (muy en contra de su voluntad, valga la pena decirlo), un libro que me traje a mi nuevo lugar de habitaciones en Suiza.  En la repentina sed de melancolía literaria que obliga a una actualización inexorable, “las cartas entre Sartre y Beavoir”, es uno de los veinte libros con los cuales decidí cargar, por lo menos, hasta que los haya leído todos, incluidos, claro está, los dos mencionados anteriormente. Entonces, una vez me enteré que volvería a París para hacer algunas gestiones en orden de obtener la visa a Canadá, me dispuse a devorar el libro en los tres días de mi viaje.

Vaya sorpresa.  Lo primero que encuentro en “la ciudad luz” a mi regreso (ya había estado yo en esta ciudad en el año 2006 como becaria del Programa de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas y Derecho Internacional Humanitario),  es que está absolutamente colmada, de la maravillosa atmósfera de “La Maga”.   Esa Maga que no aparece nunca, pero que al mismo tiempo está en todas partes, omnipresente, omnipotente, hermosa, prodigiosa, inusitada, La Maga, la hembra, diosa, de La Rayuela.  Sí, La Maga, ésta vez, se me apareció en cada rincón de París.  Entonces, caminaba por el Pont des Arts y ahí estaba, ó por Momatre ó en Montparnasse, y allí, indescifrablemente, como por arte de magia, me hallaba, infraganti, pensando en ella, La Maga.  Me invadió la nostalgia por el Cronopio Mayor de Colombia, la melancolía llena de los sujetos perpetuos, esos que son verdaderamente inmortales, como él. 

Caminé entonces, por todas partes en Paris hasta que me dolieron las pantorrillas y me pasé varias veces de las estaciones del metro donde se suponía que debería descender, todo, por andar leyendo, pero antagónicamente,  no leía yo, La Rayuela.

Al final de mi visita relámpago a Paris, ahora, en el tren de regreso a Berna, sigo leyendo al ególatra de Sartre, y a la turbulenta de Beavoir, celebridades que se dedicaban a despotricar de sus conquistas, por lo menos en sus cartas, como si nadie, más que ellos dos, fuera perfecto.  Entiendo ahora  el significado profundo de la expresión  menage a trois” que definitivamente era de más de tres, entre éstos dos, siempre.   Pero ya tendré tiempo y ojala ganas, para disparatear un poco las letras sobre este legado de dependencias femeninas en nombre del feminismo. 

¿La visa a Canadá?, ah sí, claro, la conseguí.  Si lo pienso bien, mis caminos para llegar a mis metas, siempre han sido largos y llenos de obstáculos, pero igual, a mi modo, siempre llego.  Me dieron la visa, a pesar que casi se me convierte una gestión sencilla,  en una larga trilla para llegar al país del syrup de maple. Luego de saber la noticia, me dispuse a andarme el Louvre para tomarme algunas foticos de rigor.  Al final, solo sé que, próxima a cumplir años, he comenzado a recibir los mejores regalos que jamás haya yo, si quiera, deseado.  En un solo presente, dos libros más, para saciar esta sed tardía de letras, que siempre estuvo ahí, pero que no afloraba por las malas compañías ostentosas de intelecto.  El otro regalo, una beca más, para irme a Canadá a estudiar derechos de las mujeres en el Women’s Human Rights Institute de la Universidad de Toronto. 

¡No es casualidad!.  Todo pasa porque hay razones, y yo, estoy llena de ellas.  Mis queridas, mis queridos, nos veremos en el camino, que como les he dicho, largo para mi,  posiblemente corto para algunas o algunos de ustedes, en mi caso, es cada vez más sólido y lleno de reconocimientos y satisfacciones muy personales. 



Tren de París a Berna.
16:04



Apr 8, 2011

Epaya'a somos todas las Wayuu, todas las mujeres

Los pies de las mujeres de la lucha
Foto:  Kawalasu Epiayu (Jakeline Epiayu)
Escuela de San Antonio de los Baños - Cuba
2010
En nuestra lengua, Wayuunaiki, Epaya'a, es la hermana mayor

Una Epaya’a encarna a la mujer Wayuu que trabaja unida a otras para cambiar nuestras historias

Epaya'a es la mujer Wayuu que junto a otras Wayuu buscan respaldo para enfrentar  las adversidades

Epaya'a en nuestra lengua Wayuunaiki, representa a la mujer Wayuu que se hace fuerte transformando sus entornos mas ligeros o más lejanos

Una Epaya'a, nunca es sumisa ya que camina siempre asistida de otras mujeres Wayuu en aras de demandar respeto

Epaya'a es esa mujer Wayuu que entrega sus mayores compromisos a cambio de la protección de la tierra

Epaya'a en Wayuunaiki, es la mujer Wayuu que se toma de la mano con otras mujeres para luchar contra la dominación venga ésta de donde venga

Una Epaya’a es capaz de convocar a los hombres para luchar de la mano.

Una Epaya’a representa a la mujer Wayuu que se ocupa de lo íntimo, del dolor, del llanto

Una Epayaá al mismo tiempo grita y pelea por la defensa de su agua de su tierra o de su canto

Epaya'a soy yo mujer Wayuu de barro




Epaya’a somos todas las mujeres, mujer Wayuu, mujer de temple, mujer de sal, mujer de viento, mujer de arena, mujer de la jungla de cemento

Epaya’a Wayuu,  aquí estamos todas, multiplicando el clamor de la Madre Tierra que grita a la humanidad

¡Basta de Maltratos!










Berna, Suiza
8 de abril de 2011 
7.35 a.m.

Apr 6, 2011

Otro regalo

Amigas, amigos, hoy he recibido un regalo maravilloso, que me hace pensar en cambiar el color negro de fondo que lleva mi blog.

Este regalo, me permite entender que un mundo vibra y caminamos en él las mujeres Wayuu, las mujeres...

Gracias a mi amiga María P por su apoyo y su confianza.

Tienes razón, amiga.  Aquí estoy, yo, nuevamente, en versión mejorada.

Gracias por este regalo.


Para Wayunkerra:




Durante mucho tiempo
A pesar del amor de momento,
Estuvo sumida en la oscuridad
Esa que provocan los hombres sin sentido
que no son capaces de partir
porque temen al olvido.
Hoy despierta para sentir el viento
Vuelve al sol para sudar sin miedo
Se echa al agua para mojar su piel
Camina descalza para soñar
Sí.  Ha nacido la nueva Wayunkerra
La mujer de barro hecha por las manos
De las primeras hijas de la tierra

Apr 5, 2011

Hoy quiero contar una historia de mujeres

Abrí mi cuenta de twitter hace ya un año largo, pero no me había fascinado tanto, como hasta cuando vine de San Francisco EEUU, en donde estuve participando en un interesante taller de mujeres, del cual, por supuesto,  luego quiero contarles.  Justo en este taller, las mujeres que conocí, en solo cuatro días, me hicieron descubrir  que tengo mucho mundo para contar, aunque hace tiempos quiero contar, pero no he podido.  Hoy, quiero entonces, contar esta historia la cual, varias personas han estado siguiendo en twitter, preguntándome, cuál es la historia y quien es la mujer... 


Y así comenzó todo ...


Hoy quiero contar una historia de mujeres


Hoy, quiero contar una historia, una historia de mujeres, de dolores, desamores y penas, con nombres, colores y moretones en el  cuerpo y en el  alma


Hoy quiero contar una historia de mujeres, de esas que te pasan una vez en la vida y crees que no te levantas... Cuando amanezca empezaré


Hoy quiero contar una historia de mujeres que sueñan con transformar el mundo y no le temen a nada


Hoy quiero contar una historia de mujeres indígenas, blancas negras,mestizas y mulatas porque a todas, una vez, nos pasa


Cuando los pájaros trinen, te contaré el cuento de las mujeres que a pesar de los golpes del alma, levantan sus miradas al mundo ...


Hoy, te contaré la historia de las mujeres que prefieren seguir caminando en las huellas que ya, ellas mismas sin darse cuenta, han dejado en el infinito


Sí. Hoy, te contaré esa historia de mujeres que atentan contra su propio género, en nombre del amor nuevo o de ocasión


Y también te contaré la historia de las mujeres que pierden, pero no lo suficiente como para olvidarse de la ilusión


Me siento obligada a contar esa historia de mujeres que cuando se recuperan de duros golpes,  son mejores de lo que ellas mismas jamás sintieron que son


Es la historia de la mujer que algunas otras pensaron y quisieron aniquilar para con  su tácita muerte alimentar  sus egos llenos de fantasmas del adiós



Hoy quiero contar la historia de esa mujer que cayó, esa, esa misma que sus lágrimas recogió después de la humillación

Es la historia de la mujer indígena que hoy se levanta del suelo orgullosa mirando al cielo para decir

Aquí estoy